martes, 11 de marzo de 2008

Cosas que sólo le pasan a los idiotas

Me iba alejando de su casa y poco a poco se iba la melancolía. Las ganas de morir desaparecían y me iba olvidando del amor. Me iba olvidando de los tristes pensamientos y de acabar con todo. Había pensado que si me quitaba la vida los que iban a llorar no lo harían por mí, ya que yo no quería vivir más, estaba cansado (tan cansado como poco me interesa el coqueteo de una curiosa sentada a mi izquierda)... Los que llorarían, pensé, lo harían por egoísmo, pues ya no me iban a tener, sea para que los escuche o para que les haga algún favor... Y el sentimiento era algo así como matar a la vez a todos, y claro que era algo egoísta, como el llanto de los que me extrañarían, quizá les estaría haciendo daño sin quererlo, pero no había otra manera...
Ahora ya estoy lejos de su casa y la música de la combi ha logrado calmarme, no sé hasta cuándo.

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